SOY PESCADOR

SOY PESCADOR
Epígrafe: Péscame una sirena, pescador sin fortuna,
que yaces pensativo del mar junto a la orilla;
propicio es el momento, porque la vieja luna,
como un mágico espejo, entre las olas brilla.
Juan Ramón Molina

¡Qué buenos son los amigos en nuestras vidas!
Fíjese Ud. qué tan buenos son los míos,
que algunos me llaman poeta;
¡ay, qué gran honor me hacen!

Mas no, antes bien, un pescador me siento.
Siempre tengo listo mi caña de pescar: mi pluma,
una buena carnada: papel, buena música y libros,
igual que ojos y oídos atentos
a las aguas a las que concurro:
el medio ambiente en que me muevo,
y una buena red para atrapar
lo mejor que encuentro por ahí: Diccionarios.

Exploro las aguas frente a mí
usando mi caña
con una buena carnada en el anzuelo.

Ilusionado, impacientemente espero,
cual futuro padre espera en una sala de maternidad,
yo… el nacimiento de un poema.

A veces, las aguas en las que pesco,
se encuentra en calma,
mas en otras se hallan agitadas
(¿acaso no has oído el dicho: “En río revuelto,
ganancia de pescadores”?)
y en más de una,
las he hallado anunciando tempestad.

Hay ocasiones,
cuando al rebobinar la cuerda,
en su extremo,
el anzuelo mezquino,
solamente me trae un escueto pensamiento,
una raquítica idea;
mas eso es mejor que nada.

Pero también,
hay las veces en que aflora la abundancia;
es entonces el momento de usar mi red,
es tiempo de atrapar los peces grandes
y liberar los que no los son.
Las aguas del lenguaje me premian:
llegan las ideas a raudal, hay abundancia.

Llega el momento de limpiar lo pescado:
quitarle las escamas,
la punta de las aletas, y sus viseras.
¡Hay que tirar lo inservible!

Se lava la presa, liberándola de impurezas
con los doctos y salubres diccionarios;
la condimentamos con metáforas y otras yerbas,
para que huela rico… apetecida,
la dejamos marinar por un tiempo razonable,
le agregamos sinécdoques por aquí y allá cual cebollitas,
un poquito de hipérboles que le den color.
si nuestro trabajo está balanceadamente
bien condimentado,
notamos que, al cocer aquello… final de la tarea,
todo ello huele rico,
que nos da ganas de volver a leer lo plasmado en letras.
Eso es señal,
que dice ya está listo para ser servido
y degustado por el ávido lector.

Este pescador,
disfruta ver la reacción del lector,
ante nuestro suculento y exquisito plato
que se le ha entregado,
el que, en el menú de la literatura,
simplemente enlista como: poema.

Sin duda habrá gente,
a la que no le gusta el pescado,
sin importar la clase que sea.
Otros tienen su clase preferida;
también los hay remilgosos.

Pero que satisfacción tan grande se recibe,
cuando el comensal quedó complacido
con el platillo especial,
que con amor le ofrecimos.
Ha degustado todo lo servido en el papel,
o en el libro, en La Red, la radio, o TV,
aquello que ha salido de nuestra caña de pescar,
de nuestra red, o de ambas;
le gustó mucho, sin importarle
en lo que sea que nuestras letras se hayan servido.

Aquello nos da aliciente para seguir pescando.
No soy poeta, soy pescador.

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