CUAL LUZ DE FARO

La nave de mi vida
hacía aguas por todos lados;
se anunciaba un eminente naufragio.

Hacia mí se aproximaba un negro velo,
y temeroso y angustiado
mis ojos buscaron el cielo:
pedí perdón según mi conciencia,
supliqué por clemencia;
creí el fin de mis días había llegado.

De pronto,
una tenue luz vislumbré en el horizonte;
puse proa hacia ella… mis miedos afronto
y a un nuevo puerto arribé cual polizonte.

Me dio Dios otra oportunidad,
después de tantas que hube desperdiciado.
Mas hoy, en calma, sin pizca de ansiedad
después de casi tocar fondo,
experimento un nuevo renacer en mi vida:
me alejé de los vicios y los placeres mundanos,
siento que he rejuvenecido,
con ánimo, lleno de ilusiones y esperanzas.

Ahora anhelo no volver a la vida
de aquel viejo hombre,
cuya barca casi hace naufragar
por causa de su mal proceder.
Ya tengo una meta definida,
y por ello más de alguno se va a asombrar:
seguiré aquella Luz que me hizo renacer,
y que en el Gran Libro ya escribió mi nombre.

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